Por Lisbet Jære
Mientras que Facebook atrae al seductor que hay en nosotros, Instagram alimenta al narcisista ansioso, según una nueva investigación que vincula el psicoanálisis y las plataformas digitales.
Con solo un pequeño toque o dos, las arrugas desaparecerán, tus labios estarán más suaves y podrás convertirte en una mejor versión de ti mismo. Al menos en Instagram. Pero si haces un clic similar en Twitter, ahora X, y tienes la mala suerte de escribir algo político que suena mal, tu vida puede dar un giro brutal.
Estos son ejemplos de cómo las redes sociales dan forma a nuestras vidas. Y cómo juegan con el inconsciente dentro de nosotros, algo que Sigmund Freud (1856-1939), el padre del psicoanálisis, introdujo por primera vez en su teoría de la mente inconsciente.
“El psicoanálisis de Freud no es del todo respetable en el mundo académico. Habla de la etapa oral temprana en nuestro desarrollo, donde la boca es la zona erógena, seguida de la etapa anal, cuando aprendemos a usar el baño. Es vergonzoso afrontar todas estas cosas corporales”, afirma Steffen Krüger.
Pero Krüger, investigador de medios en la Universidad de Oslo, no se ha dejado disuadir. En el nuevo libro Formative Media – Psychoanalysis and Digital Media Platforms, utiliza perspectivas del psicoanálisis para explorar cómo Facebook, Instagram, Google, YouTube y Twitter/X resaltan diferentes lados de nuestra personalidad.
Conectando el psicoanálisis con los medios modernos
El inconsciente es contradictorio y está lleno de conflictos. Y lo impregna todo. Sin embargo, es raro conectar el psicoanálisis con los medios modernos y las plataformas digitales como lo hace Krüger en su investigación.
¿Acabas de publicar algunas fotos tuyas en Instagram y sientes una extraña mezcla de ansiedad y obsesión por ti mismo? Según la teoría de Krüger esto no es sorprendente, porque Instagram alimenta al narcisista ansioso que anhela validación.
“En los últimos tiempos, se ha descartado la conexión entre el narcisismo –caracterizado por el egocentrismo y el amor propio– y la cultura popular. Sin embargo, creo que es una explicación significativa y precisa de por qué nos tomamos selfies. Cuanto más inseguros somos, más nos esforzamos por presentarnos perfectamente para llamar la atención y sentirnos amados y vistos”, dice Krüger.
En 1914, Sigmund Freud escribió un ensayo que resultó formativo para la comprensión del narcisismo. Distinguió entre una forma de narcisismo que es normal en el desarrollo humano y el trastorno narcisista de la personalidad.
Si bien el psicoanálisis ha tenido una fuerte tradición académica en Alemania, de donde es oriundo Krüger, no ha tenido la misma prevalencia en Noruega.
“Me tomó un poco de tiempo encontrar mi camino en Noruega y lograr un gran avance en el campo académico con proyectos que conectan el psicoanálisis con los medios y la comunicación”.
Neurótico en Google, juguetón en X
Krüger sostiene que cada plataforma saca a relucir un lado específico de nosotros: Twitter/X el juguetón, Facebook el seductor, Instagram el narcisista ansioso, mientras que YouTube alimenta las adicciones y Google nuestra necesidad neurótica de control. Cada una de las cinco plataformas tiene su propio capítulo en el libro. Primero está Facebook y Eros.
“En Facebook todo es coqueto”, habría comentado uno de los cofundadores de Zuckerberg, Dustin Moskovitz. Él y su equipo diseñaron una plataforma que permite a los usuarios presentarse de manera fácil y atractiva, mientras se conectan con personas de ideas afines.
“Se supone que todos debemos mostrar amor unos por otros. Y aunque parezca ingenuo y un poco erróneo, esta idea sobre la que se basa Facebook debe tomarse en serio”, afirma Krüger y continúa:
“Considere la función ‘Me gusta’. Independientemente de la exactitud de las críticas que enfrenta, sigue siendo lo que fundamentalmente apreciamos y amamos. Esta característica nos conecta a través de expresiones que reflejan inherentemente afecto”.
Facebook nos atrapa en un bucle de amor
¿Puede haber demasiado amor alguna vez? Sí, en Facebook ese es precisamente el problema, afirma Krüger. Relaciona Facebook con la teoría freudiana de Eros y la pulsión de vida (libido), que contrasta con la pulsión de muerte (Thanatos).
Según la teoría de Freud, las pulsiones de vida y de amor no pueden existir sin la pulsión de muerte. El aspecto problemático de Facebook es que allí sólo se permite el amor. Todos somos amigos; No hay lugar para desafiar y generar buenos debates, afirma Krüger.
Estamos atrapados en una especie de bucle amoroso en el que nuestra personalidad más matizada y menos entusiasta no encuentra salida. El punto de vista de Krüger es que esto nos frustra. Aunque no nos impresionan las fotos del viaje a la montaña de nuestro amigo de la infancia, apretamos los dientes y hacemos clic en “Me gusta”. Después de todo, ya no existe la opción de “aprobar”.
YouTube crea “antojos”
En el libro, Krüger describe YouTube como un “tubo de alimentación”.
Desde 2016, YouTube funciona con un sistema que adapta las recomendaciones en función de su historial de visualización. Básicamente, te “alimentan” con más de lo que ya has visto.
“Se me ocurrió la idea de otro investigador de medios, Zeynep Tufekci, quien describió YouTube como un restaurante. En cuanto terminas una ración, llega el siguiente plato. Y cuanto más te llenas, más se despiertan tu apetito y tus antojos de sal, azúcar y grasas. Está claro que esto no es bueno para usted”, afirma Krüger.
El investigador de medios conecta esto con lo que Freud llama la etapa oral, que comienza temprano en la vida de un ser humano. Un bebé depende totalmente de la leche materna para sobrevivir. Pero también se le da el pecho al niño para que lo tranquilice cuando llora, incluso cuando en realidad no necesita alimento.
Cuando no conseguimos lo que realmente necesitamos, nos llenamos la boca con otra cosa. Quizás necesitamos un abrazo y cercanía, pero en lugar de eso nos atiborramos de dulces. YouTube nos ofrece más de lo que es fácilmente accesible y fácil de consumir, pero que a menudo no es lo que realmente necesitamos.
La plataforma tiene como objetivo mantenernos involucrados el mayor tiempo posible. Esto hace que el sistema sea adictivo.
Todo se vuelve personal
En las redes sociales los matices tienden a desaparecer. Krüger destaca que todo se vuelve personal, pase lo que pase.
“Si publicas un artículo sobre el cambio climático en Facebook, nunca será solo sobre el cambio climático. Te señalará como persona, convirtiéndote en el personaje principal, un portavoz del clima”.
Según Krüger, quiénes somos y cómo nos desarrollamos depende de las plataformas. Tienen un poder significativo e, idealmente, deberían estar regulados para cumplir funciones democráticas y la misión pública de la sociedad. Desafortunadamente, Krüger no prevé muchas regulaciones efectivas a corto plazo.
Espera que su libro tenga un impacto positivo en cómo nos relacionamos unos con otros. Que seamos más conscientes de qué rasgos amplifican las plataformas y cuáles pueden eclipsar.
“Espero que nos ayude a enfrentar nuestros puntos ciegos. Los humanos somos inherentemente contradictorios y llenos de conflictos, y las plataformas son particularmente hábiles para encontrar nuestras debilidades”.
Traducido por Kine Bjørnstad Petersen usando GPT UiO