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Una delegación mexicana ha recuperado 84 hachas mesoamericanas. Crédito: Amélie Philibert, Universidad de Montreal

Una delegación mexicana vendrá a recuperar 84 hachas mesoamericanas que se encuentran actualmente en tránsito en la UdeM, lo que subraya la necesidad de crear conciencia pública sobre el saqueo de artefactos arqueológicos.

Con su rica historia precolombina y su enorme tesoro cultural, México ha sido un objetivo principal para el saqueo arqueológico. Los artefactos olmecas, aztecas, mayas y otros se encuentran dispersos por todo el mundo en museos y colecciones privadas.

Como resultado de recientes campañas de concientización, algunas de estas reliquias arqueológicas perdidas están siendo devueltas gradualmente a México por instituciones y particulares. El año pasado, por ejemplo, los restos de un niño mesoamericano, que estaban en un estante del Departamento de Antropología de la Universidad de Montreal, fueron enviados de regreso a México.

Tras la ceremonia de repatriación, Héctor Huerta, Cónsul General Adjunto de México en Montreal, se acercó a sus organizadores, Carlos Jácome Hernández, investigador visitante de la UdeM y experto en bioarqueología mesoamericana, e Isabelle Ribot, profesora del Departamento de Antropología de la Universidad de Montreal. UdeM, sobre la organización de otro evento: la repatriación de 84 hachas mesoamericanas que habían estado en posesión de un ciudadano canadiense. Estos artefactos serán devueltos a México en una ceremonia oficial en la Universidad de Montreal el 10 de octubre.

De los aztecas a los saqueadores modernos: una larga historia de saqueo

El saqueo de artefactos arqueológicos en México es anterior a la llegada de los europeos. “Mucho antes de la llegada de los colonizadores europeos, los objetos preciosos eran muy buscados”, explicó Hernández. “Los aztecas, por ejemplo, exploraron sitios antiguos como Teotihuacán no con fines científicos sino para apoderarse de sus tesoros y legitimar ciertos mitos”. Esta búsqueda de artefactos valiosos se intensificó con la colonización europea, particularmente con el descubrimiento de objetos que contienen oro.

Un ejemplo emblemático es el tocado de Moctezuma, una pieza única hecha con plumas de quetzal, ahora conservada en el Weltmuseum de Viena. “Algunos dicen que fue un regalo de Moctezuma a Cortés”, dijo Hernández. “El tocado todavía está en Austria. Es una de las muchas piezas que salieron de México poco después del primer contacto con los europeos y nunca regresaron”.

Es difícil determinar el alcance del saqueo de los tesoros culturales de México. “El Instituto Nacional de Antropología e Historia de México registra oficialmente 49,347 sitios arqueológicos. Si plantas un árbol o mueves un poco de tierra para una excavación arqueológica, ¡es probable que encuentres algo!” Dijo Hernández.

No es raro que los agricultores empobrecidos vendan lo que encuentran a compradores interesados. Estos saqueos pueden alcanzar proporciones masivas. Hernández recuerda un caso de la década de 1980 en el que saqueadores contrataron a lugareños para realizar más de 70 redadas en un período de más de seis meses, sacando a la luz una inmensa cantidad de hallazgos arqueológicos.

El principal problema del saqueo, señaló Hernández, es que los saqueadores se centran en el valor estético de un objeto y destruyen el contexto arqueológico, borrando siglos de historia cultural. “Se pierde todo el valor arqueológico que atesoramos como patrimonio”, lamentó.

El sinuoso camino para proteger el patrimonio arqueológico de México

El reconocimiento de la necesidad de proteger el patrimonio de México es relativamente reciente. No fue hasta que México se convirtió en nación y surgió un sentido de nacionalidad que se aprobaron las primeras leyes en 1868. Su propósito era prohibir la propiedad privada de objetos arqueológicos, pero su impacto fue limitado.

En ese momento, era común que los arqueólogos extranjeros, apoyados por instituciones como el Instituto Carnegie y la Universidad de California, enviaran artefactos al extranjero para estudiarlos y nunca los devolvieran a su lugar de origen. Dentro de México, artistas e intelectuales como Rufino Tamayo y Diego Rivera también acumularon colecciones de artefactos, que a menudo habían sido saqueados y obtenidos “por casualidad” de los agricultores locales.

No fue hasta 1972 que se introdujo una legislación más estricta para proteger los monumentos y objetos arqueológicos. Sin embargo, el control total ha resultado difícil de alcanzar. “Hoy museos e instituciones académicas de todo el mundo argumentan que las piezas que poseen salieron de México antes de 1972, ya que las leyes no son retroactivas”, dijo Hernández. “Por eso algunos museos tienen cientos de artículos y no podemos exigir su devolución”.

Recientemente, bajo la administración de Andrés Manuel López Obrador, ha habido llamados a tomar medidas más estrictas de protección del patrimonio. Gracias a las convenciones de la UNESCO que reconocen el patrimonio de las naciones como parte del patrimonio común de la humanidad, en los últimos años se han devuelto a México más de 10,000 piezas arqueológicas.

Las regulaciones también han cambiado. Los investigadores ahora deben registrar las piezas que quieren estudiar, especificar qué se exportarán y comprometerse a devolverlas dentro del año siguiente al análisis. Para estudios científicos más avanzados que implican pruebas invasivas, como análisis isotópicos o datación por radiocarbono, los investigadores pueden tomar una muestra, pero aún así deben presentar un informe final y devolver los artefactos que tomaron prestados para sus estudios.

El largo proceso de repatriación

El proceso de devolución de artefactos es largo. “Cuando el año pasado la universidad quiso devolver una sola caja que contenía los restos del niño, los trámites tardaron más de dos años”, recuerda Hernández. Hubo mucho papeleo involucrado. Entre otras cosas, tuvieron que obtener un estudio de viabilidad de un experto mexicano para evaluar la autenticidad y el valor de los objetos, y coordinar con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México, el gobierno y las autoridades de asuntos exteriores.

La solicitud de repatriación puede ser realizada por una institución o un particular. En el caso de las 84 hachas mesoamericanas, un particular quiso devolverlas tras prestarlas a la Universidad de Princeton. Se comunicó con el consulado de México, quien se encargó de los trámites administrativos ante el INAH.

“En ese momento el director jurídico pone en marcha todos los trámites legales”, explicó Hernández. “Es un proceso riguroso basado en las leyes mexicanas sobre patrimonio arqueológico y bienes culturales, así como en diversos tratados internacionales”. Luego, un arqueólogo mexicano valida las piezas arqueológicas y recomienda su devolución o no, basándose en fotografías.

Sensibilización sobre los saqueos y el papel de la UdeM

Un argumento que se suele utilizar para evitar la devolución de objetos arqueológicos mexicanos es: “Esta pieza soy propietaria desde antes de 1972, por lo que no está sujeta a la ley”. Hernández cree que el cambio debe venir a través de una conciencia colectiva, así como de leyes más estrictas para desalentar tanto el saqueo en México como la compra de piezas arqueológicas.

“El patrimonio arqueológico saqueado está despojado de su valor cultural y de su contexto histórico”, afirmó. “Se convierte simplemente en un objeto precioso o una pieza de valor estético”.

La ceremonia en la Universidad de Montreal por la devolución de los 84 ejes mesoamericanos tiene como objetivo recordar a la gente su verdadero valor cultural y sensibilizar a la opinión pública. “Queremos animar a la gente a que deje de comprar artefactos arqueológicos, que lamentablemente todavía hoy son demasiado fáciles de adquirir”, afirmó Hernández.

Christina Halperin, profesora asociada del Departamento de Antropología, actuó como intermediaria en la devolución de estos objetos. A través de este proceso, la universidad está ayudando a restaurar el significado de los artefactos.

“Como experta, no solo hablará de su valor estético, sino que los ubicará en su contexto histórico y explicará cómo fueron utilizados”, dijo Hernández. “Como departamento de antropología, tenemos un importante papel académico que desempeñar. Podemos ayudar a devolver estos objetos a su contexto cultural, y luego estas piezas, que pertenecen al pueblo mexicano, pueden ser devueltas con ese conocimiento”.

Devuelta la colección de 84 hachas de piedra

Según Halperin, “Estas hachas de piedra verde se fabricaron y utilizaron principalmente durante el período Preclásico, entre 2000 a. C. y 300 d. C.. A menudo se ofrecían para la construcción de plazas públicas y monumentos en sitios olmecas y en otras regiones de Mesoamérica”.

Las hachas se utilizaban para tareas prácticas como cortar leña y limpiar campos, y también tenían un fuerte valor simbólico. Su forma triangular alargada evocaba las mazorcas de maíz y se asociaban con las deidades del maíz y la fertilidad. También sirvieron como moneda y artículos comerciales a largas distancias, lo que indica amplias relaciones interregionales. Se han encontrado hachas de jade y piedra verde incluso en Costa Rica.

Proporcionado por la Universidad de Montreal

Cita: Restaurando el patrimonio arqueológico de México al lugar que le corresponde (2024, 8 de noviembre) recuperado el 8 de noviembre de 2024 de https://phys.org/news/2024-11-mexico-archaeological-heritage-rightful.html

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